Ya nadie se acuerda de papá y mamá…

Pertenezco a la llamada “Generación Y”, la pomposa “Generación del Milenio”.

Soy de esos a los que nos contaron que estudiar una carrera, formarse en idiomas y añadir una especialización o un posgrado, nos abriría las puertas del mundo laboral, alfombra roja incluida. Ahora vivo rodeada de gráficas, porcentajes y teorías que se agolpan bajo titulares que nos renombran como “Generación ni-ni”…“Generación Perdida”. A eso hemos quedado reducidos. A eso nos ha reducido una cifra: 56,13%, último porcentaje sobre desempleo juvenil  vertido por la Encuesta de Población Activa (EPA) para el segundo trimestre de 2013.

Y mientras, seguimos renombrando generaciones con esa extraña manía de unificar/alinear, olvidándonos de que somos parte de un total, de los 5.977.500 españoles en situación de desempleo. El 26,26% de la población. Y como “i griega” que dicen que soy, permítanme decirles que no nos sentimos como las grandes víctimas. Los números están ahí, sí, pero somos jóvenes y estamos mejor preparados que nunca. No hemos perdido la esperanza de comernos el mundo y poseemos las fuerzas y el momento vital adecuado. Nuestro camino aún puede comenzar. Da igual el destino, el esfuerzo o la remuneración. No somos “ninis”, “perdidos” menos. Y contamos con una ayuda incalculable, la de los mismos que nos han levantado hasta ahora, aunque parezca que todo el mundo se preocupe de nosotros y que nadie piense ya en “papá y mamá.”

Pero ahondemos en los datos. De los casi 31 millones de individuos en edad de trabajar, los menores de 30 años suman el 22%, frente al 38% que supone la población de más de 45 años. De estos últimos, 1,67 millones no tienen trabajo. Y lo peor no es que esta cifra se haya visto  cuadruplicada desde el comienzo de la crisis, sino que para ellos parece no existir nada. Ni manos a la cabeza, ni planes, ni ayudas. Veteranía, experiencia, madurez intelectual, bagaje empresarial, buen criterio….a cambio de nada.

Son la “Generación Jones”,  la generación de “papá y mamá.” La que vivió junto a sus padres la emigración, la que peleó por cada logro, los que se formaron a sí mismos, los que se hipotecaron, los que fueron la base de las grandes empresas que hoy conocemos, aquellos que enviaron a “equis” e “i griegas” a la Universidad soñando con todo lo que a la gran mayoría de ellos, en otra época, se les había prohibido soñar. Los que ahora tienen a su cargo padres ancianos e hijos sin perspectivas de poder “abandonar el nido”. Los que vuelven a ver la cara de la emigración reflejada en unos hijos por quienes piden, con un grito desgarrador, que se les dé lo que merecen, lo que ellos mismos han peleado. “Papá y mamá” también creen que el paro juvenil es el mayor de los problemas, aún cuando han sido retirados del mundo laboral con 45 años y a sabiendas (durísimas sabiendas) de que no volverán jamás. “Para muestra un botón”: de los casi seis millones de parados que hay en España, 3,5 millones son parados de larga duración. De ellos, 2,2 millones tienen entre 30 y 55 años, situándose la mayoría, cercanos a la cincuentena. El mundo los ha vuelto a etiquetar también. Ya no son válidos.

Grecia, Roma, culturas tribales… Todos han sido y son conscientes de la sabiduría que reside en los mayores. Nosotros los hacemos a un lado y pretendemos (¡encima!) que sigan siendo el sustento de las generaciones anteriores y posteriores. Y en lugar de devolvernos un puntapié como respuesta, los que pueden se reciclan y hacen lo que han hecho desde siempre…sobrevivir. Prueba de ello, el último informe GEM España, que calcula que el 27,5% de los emprendedores tenían entre 45 y 64 años el pasado año. Un punto más con respecto a 2011. Además, se trata del colectivo que mejores índices de consolidación ha obtenido (57,9%) y menores tasas de abandono (43,6%). Decía Carlos Slim al respecto, recientemente, que “en una sociedad del conocimiento, la información y la experiencia como la actual, a esa edad uno está en su plenitud.”

Se habla ya de “reingreso laboral”, “re-activación profesional”, “Generación U” (unretired, los que no se retiran), “yayo-emprendedores”, “emprendedores senior”… Y mientras todo el mundo se empeña en excluirlos, ellos demuestran eso de que “la veteranía es un grado” y que el futuro de los “X” y el tan preocupante de los “Y”…pasa por ellos. Su experiencia los convierte en pilares básicos para las empresas y su crecimiento, y sólo cuando esto ocurra, habrá también lugar para las generaciones posteriores. Es una cadena. Son pasado, presente…y deben ser futuro.

Míriam Rey

Press Assistant

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